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sábado, 19 de abril de 2014

LOS OJOS DE XIMENA (CUENTO BREVE)

Cuento breve (José Luis Tellezgirón)


Yo digo que Ximena tiene ojos de venado: grandotes y redondos, negros y expresivos; su mama dice que son chiquitos y razgados, como de regalo.

Su abuela dice que son medianos de tamaño y Emiliano dice que a Ximena le sirven para mirar cuando juega con Héctor a los doctores y que le lloran cuando adormilada no quiere ir al preescolar los lunes.


En ocasiones la controversia se convierte en batalla de sobremesa y todos en montón le pedimos a Ximena que en la silla, sentada, se ponga seria para ver quen tiene la razón.
Si está de acuerdo Ximena en su lugar, se acomoda y  se pone seriecita, no parpadea, es más ni siquiera respira en dos minutos.

Y Si no está de acuerdo; solo entrecierra sus ojitos negros, rápidamente los levanta y sale disparada a la sala para ver la tele.

Nos bota al cuerno y nos deja con esa interrogante ¿De que tamaño son los ojos de Ximena?

A sus cinco años Ximena es menudita, apiñonada, aún no alcanza el metro de estatura y es un duende travieso corrigiendo el diccionario con la palabra “estoy enfermada”, cuando tiene gripa.

Su corto pelo es negro rizado, su sonrisa es clara picara, escandalosa.
Cuando salimos a la tienda, no olvida su coquetería femenina y pide unos minutos para tomar su bolso, lo echa al hombro izquierdo; toma cualquier celular que este a la mano, encuentra su monedero y con elegancia camina por la banqueta con sus pantuflas rosas.
Con Ximena hay temas inconclusos y juegos interminables… hasta que se aburre. Tiene inesperados berrinches y le gusta que Emiliano (su hermano de nueve años) le obedezca cuando ella le habla.

Nunca tiene frio pese a que en las tardes el aire sopla gélido y constantemente tiene gripe.
Ya escribe su nombre en las hojas de tarea y sigue siendo una curiosa cuando alguien me llama por teléfono.

De la noche a la mañana, Emiliano ya la entiende, se convirtió en su cómplice de travesuras, incansable defensor y protector permanente que le anuncia anticipadamente que no dejara de jugar con sus amigos cuando ya vayan juntos a la escuela primaria.
Ximena opina, regaña, propone, interviene y cuando se aburre de las pláticas, corretea al bombon (su gato negro con manchas blancas) para subirlo a la carreola y pasearlo cuando le nace el espíritu maternal que tienen arraigadas todas las mujeres.

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