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viernes, 10 de agosto de 2012

El quehacer literario es un acto revolucionario, Óscar Escoffié



El libro “La Basca de Oro”, se presentó en el CCMB. Fue una presentación donde confluyeron vitales apreciaciones y comentarios del público asistente.

Texcoco.- Durante la reciente presentación de su libro “La Basca de Oro”, en el Centro Cultural Mexiquense Bicentenario (CCMB), en el marco del Primer Encuentro de las Bellas Artes, Escoffié hace acopio de energéticos planteamientos al responder algunas interrogantes del público asistente.
Mientras habla, la elocuencia preside la esencia de su labor literaria y disiente ante la pregunta prototípica de qué consejos le daría a quienes apenas se acercan a la lectura y a la escritura: “Quien da consejos es un pendejo. Y quien los asume también. No soy partidario de dar recetas, de aconsejar cómo adentrarse al trabajo literario en su lectura o en su escritura. El hecho literario debe entenderse como un acto revolucionario”.
Escoffié prefiere desmenuzar lo cotidiano y posteriormente matizarlo de intensos colores, a la manera de no pocos de los cuadros de Vincent Van Gogh, hasta ofrecer relatos que van y vienen de la realidad-ficción.
Es decir, cuando un gato negro cruza el puente de la luna es tiempo de atisbar hacia la playa de las emociones compartidas, ahí donde reside la esencia de esa educación sentimental que va y viene a la memoria como marea vespertina que se intensifica a la hora de las situaciones perentorias, tal y como ocurre en la mayoría de las narraciones contenidas en la citada presentación editorial.
Y en efecto, Escoffié avanza en su tarea literaria de darnos una singular pauta de cómo camina la vida misma.
En “La Basca de Oro”, uno de sus libros emblemáticos por la tozudez de su propuesta literaria (sobre todo en la elección de los títulos no exentos de paradojas), clarifica su postura como hacedor de historias: “Entonces la calle, nido de senderos, es metáfora material de la vida misma”.
Y tal y como señaló Raymundo Colín, uno de los presentadores, “Escoffié en esta nave nos compenetra, con buen timón, en los mares urbanos y su cotidianidad”.
En estos días de mostrenca percha, de humedad relativa que se unta al cuerpo como amante ávido de interminables caricias, la tosca grisura del horizonte inmediato contrasta con el calculado convencionalismo de apurar el paso para no llegar tarde a la cita, para adquirir un obsequio y encaminar los pasos al centro de la muchedumbre y después a ese apartado rincón donde es posible intercambiar besos y tumultuosos abrazos al calor de una sinfonía de arrumacos densos y fervorosos.
Y esas situaciones perentorias se presentan el día en que deben privar ráfagas de besos y abrazos y esa cordialidad que se magnifica y transforma en celebración hedonista, en refrendo de pactos establecidos, cuando la sintaxis de los cuerpos y las miradas suplen la frase hecha del saludo, el protocolo del encuentro y la intermitencia de temas superficiales.
Algunos lo hacen a ritmo de banda, otros lo consiguen mientras las canciones vernáculas influyen en la convicción de que así y sólo de esa manera es posible colmarse mutuamente. Otros tanto echan manos del jazz y los boleros y hasta bailan en la oscuridad con la convicción de que el tiempo ha dejado su condición de lineal determinación que avanza segundo a segundo y se vuelve dialéctico, expansivo, como los deseos que nunca cesan.
Y en el medio la fuerza de las palabras.
“La Basca de Oro”, de Óscar Escoffié, ofrece trepidantes secuencias de querencias que se miran, que se tocan, que murmuran algunas frases, que protagonizan el cotidiano milagro de almas gemelas que se juntan en una sintonía interminable de tempestuoso furor, igual durante abril o mayo, como las cerezas.
La presentación de este libro en el CCMB corrió a cargo de Mario Guzmán, Raymundo Colín y Homero Martínez. El moderador fue Alex Sanciprián.

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