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sábado, 2 de julio de 2011

A propósito de la Libertad de Expresión

A propósito de la Libertad de Expresión

Muy sui géneris, el periodismo mexiquense

Carlos Díaz Nuño

El Periodismo que se practica en el Estado de México es muy sui géneris. Esto porque en su nombre, los periodistas (o los que intentan serlo) asumen actitudes y tareas impropias, que nada tiene que ver con ese sagrado ejercicio social. Su desconocimiento responde a muchos y diversos factores, entre ellos la ignorancia, los intereses económicos, pero sobre todo a la facilidad con que alguien se puede “convertir en periodista” de la noche a la mañana.
Esta “oportunidad” se torna aún más atractiva con la existencia de políticos a los que no conviene la existencia de auténticos periodistas en su entorno, mismos que, por ende, prefieren dóciles escribientes que publiquen sólo lo que a los políticos conviene.
 Mal se ve que muchos vivales inviertan una pizca de su presupuesto en la creación de un medio de comunicación para amparar empresas, actividades o negocios turbios, ilícitos o de dudosa reputación. Peor es visto que personas que deciden incursionar en este ingrato pero noble quehacer, bajo una notoria simulación tomen caminos equivocados y se pierdan en las marañas de la corrupción, pero aún más malo es que se ostenten como representantes de la sociedad, a la que en verdad ni informan ni ofrecen la mínima ayuda u orientación, y a la que siempre van a tratar de sangrar.
Un comunicador, cuando decide serlo, debe entender que para ejercer ese oficio, hoy profesión, se requiere elementalmente de Ética, “No escribas nada de alguien que no le puedas sostener en su cara”, decía el maestro Manuel Buendía, o “No escribas como periodista lo que no puedes defender como hombre”, advertía Francisco Zarco.  “Para ser periodista se debe ser, en primer lugar gente buena, decía Ryszard Kapuscinski (quien fue llamado “el mejor reportero del mundo”).
Pero además quien quiera ser periodista debe capacitarse, si no puede tomar la carrera universitaria, por lo menos tomar cursos, leer, cultivarse, prepararse de la mejor manera para que pueda desarrollar la actividad con mayor objetividad y profesionalismo. No debe perder la esencia que es la de bien informar a la ciudadanía, deberá conducirse con honestidad, no mezclar o anteponer intereses personales al quehacer periodístico. Cierto que es una forma de vida, pero al igual que en casi todas las profesiones primero se trabaja y después se cobra.
Algo de lo que degrada con más frecuencia al Periodismo es que se le utilice para fines totalmente ajenos a él, como es tratar de evadir la acción de la justicia desde una simple infracción vial, hasta un delito mayor como un asalto, una violación, tráfico de influencias, tráfico de drogas (narcoperiodismo), etc.
En el Estado de México, existe un Periodismo muy curioso, muy raro o muy sui géneris, que se ha ejecutado en diferentes temporadas y en distintas zonas o municipios. En los primeros años de Nezahualcóyotl y extensión de la mancha urbana por la zona oriente, los «periodistas» de entonces lo utilizaban para sacar borrachos de las galeras, para que en los tugurios no les cobraran el consumo o hasta para no pagar en las unidades del transporte público. No importaba si no se supiera leer ni escribir, el contar con una “charola” de “periodista” era sinónimo de poder y de ganar. Entre más se les supiera a los políticos mayor era el embute, chayo, iguala, y para recibirlo sólo había que colocar la huella o una cruz en un papel.
En la actualidad, esas prácticas siguen existiendo pero han surgido otras similares, novedosas e innovadoras. Por ejemplo, se sabe que en la Capital, Toluca, las Direcciones de Prensa o Comunicación Social de la Cámara de Diputados, de la Procuraduría de Justicia, de las principales secretarías del gobierno estatal y de organismos y asociaciones sociales y políticas, están prácticamente secuestradas, apartadas o “concesionadas” a determinado grupo de periodistas, quienes colocan y rotan a sus diferentes líderes y agremiados cada tres o seis años o cuando se haga necesario. ¡Cuidado con el que intente siquiera cuestionar o tratar de colocar a alguien ajeno a ese clan o fraternidad!
Otro ejemplo: En la Zona Oriente del mismo estado, hay comunicadores que son voceros a la vez de dos partidos antagónicos (hasta en un lacayo o bufón se vería mal que elogiara al mismo tiempo a dos reyes enemigos). El riesgo es que pudieran utilizar el cargo para vender o lucrar en su momento con la información de ambos y en contra de ambos.
 Otro caso es que hay quienes son voceros de alguna administración y a la vez son editores o directores de un medio de comunicación,  el cual utilizan para atacar a otros municipios y a otros partidos o al mismo. “No se debe mamar y dar de topes”.
Así también se observa que distintos editores se organizan e inician movimientos de protesta e inconformidad en instancias municipales, estatales y/o federales, que aunque son muy entendibles y justificables en algunos casos, no dejan de ser acciones totalmente ajenas al quehacer periodístico, y son más propias de agrupaciones ciudadanas que no cuentan con otro medio por el cual hacerse escuchar.
Un ejemplo más que raya en lo incoherente y descabellado, es el de algunos funcionarios públicos que alternan su función con la de editor de un medio de comunicación, en el cual se auto entrevistan, se auto alaban, se auto condecoran y se auto promueven, olvidando principalmente que el elogio en boca propia es vituperio.
filosofar ni  profundizarse en lo ideal, el periodista o comunicador debe ser 100 por ciento imparcial, cuando pierde esta virtud ya no debe decirse periodista. Como ciudadano puede tener su religión, ideología o equipo de fútbol preferidos, pero no como informador social. A la vez, cuando decide ser vocero de una instancia, partido, organización o empresa, no debe de seguir como comunicador, no se debe ser “juez y parte”.
Debe entregar su trabajo, esfuerzo y dedicación a la sociedad que dice representar. No debe vender su información al mejor postor. No debe extorsionar o chantajear a nadie y menos amparado en una credencial de “Prensa”. Es su obligación denunciar a los malos servidores públicos, dirigentes sociales vivales, jueces venales y todo aquel que atente contra los intereses y seguridad de la población civil. No debe recibir dinero manchado de sangre ni aquel que un mal policía robó a un obrero, a un campesino o a cualquier ciudadano, así como tampoco el que sea producto de un acto de engaño, fraude o abuso. “Tanto peca el que mata a la vaca…”.
Acariciar la cartera, el bolsillo y la piel de los políticos para obtener ingresos económicos no sólo es rastrero y deleznable sino innoble y ofensivo para quienes ofrendaron su vida al quehacer periodístico. El sacar un machote lleno de zalamerías, adulaciones y lisonjas, publicar sólo boletines y ponerse de hinojos a los pies de líderes o autoridades no es Periodismo. Vender gafetes como si fueran jitomates denigra al vendedor y al comprador. A estos se les conoce como mercenarios del Periodis
No se confundan, a un periodista no lo hace una credencial, un pasquín y menos el ponerse de tapete ante detractores y saqueadores, lo hace un trabajo de investigación, la denuncia de acciones sociales reprobables y un deseo vehemente de servir a su pueblo, siempre con la frente en alto y la dignidad por delante.


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