EDITORIAL BAMBA POLÌTICA
POLÍTICA EXTERIOR Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Por Lorena R. Arvizu Rivera
Por Lorena R. Arvizu Rivera
Mientras nos dirigimos a una nueva transición gubernamental, muchas preguntas quedan aún en el aire. Más allá de seguir el debate en torno a cómo se efectuaron las elecciones el pasado primero de julio, el enfoque ahora es sobre aquello que nos espera en las diferentes esferas del ámbito público, que a su vez tendrán repercusión en el ámbito social, es decir, en todo México.
Una de esas interrogantes, de las más latentes, es la conformación del gabinete presidencial, reparto que hasta ahora ha causado un sinfín de especulaciones. Aunque todos los elegidos ostentarán el título de Secretarios de Estado, lo cierto es que algunos de los cargos provocan más expectativas que otros. Uno de ellos, quien quede al frente de la cancillería mexicana.
¿Qué hará México ahora, respecto de sus relaciones internacionales? Escuché hace poco una conferencia titulada Política Exterior y Libertad de Expresión. Lo cierto es que, ambos temas poseen una relación e impacto que pocas veces se logra vincular, y sin embargo, lo tienen.
“Hemos perdido vanguardia en temas de diplomacia”, “el rumbo que seguíamos con nuestros principios rectores también está perdido”; “la diplomacia está mutilada, deteriorada”; “lo equívoco y poco efectivo de nuestra política exterior se refleja en las condiciones para brindar una verdadera libertad de expresión”; “México requiere de una internacionalización”; todas las anteriores afirmaciones, a mi parecer, son ciertas.
A la fecha México es uno -sino es que el más- de los países con más inseguridad para ejercer lo que a la libertad de expresión se refiere. No sólo se puede mencionar los asesinatos a periodistas, sino censura a los mismos por otras entidades. La libertad, es pues, algo que también se ha mutilado en el territorio nacional.
Igual de importante fue la mención a la necesidad de diversificar las actividades de México con otros estados. Hacían énfasis en cómo nuestros medios se han saturado de producciones estadounidenses, de su violenta programación, e información -que aunque vasta- carecía de profundidad. México consume todo lo que el país vecino del norte le manda, pero la relación, se sabe, resulta asimétrica. Por ello es tan importante la nueva visión sobre cómo se desarrollarán las relaciones exteriores una vez que entre la nueva administración federal, cuáles serán ahora las directrices que marcarán el actuar nacional.
Los dos rubros son por sí mismos trascendentales. La política exterior es algo que ciertamente hemos visto cómo se ha ido deteriorando, un simple ejemplo es la poca rendición de cuentas que el país pidió ante algo tan transgresor como la famosa operación Rápido y Furioso. Vemos, sin embargo, actuaciones en foros internacionales de las delegaciones de Brasil o Argentina, haciendo despliegue de toda su fortaleza diplomática; y la pregunta es dónde ha quedado la vanguardia de México en la materia.
El país necesita retomarla. Abrir las puertas a nuevas alianzas, afianzar otros mercados; darle de nuevo la seguridad de poder actuar con los principios, y sobre todo la soberanía que como Estado ostenta.
Y para la libertad de expresión -bien dijeron- son necesarias reformas que protejan tan importante garantía, que se hagan convenios internacionales. Una verdadera búsqueda de lo que “libertad” significa.
No podemos separarlas, sería como desmembrar un todo. México debe actuar en ambas materias pronta y efectivamente.
Por ahora sólo nos queda esperar, primero, los nuevos nombramientos. Después habrá que juzgar el actuar de nuevo gobierno, y una vez más, si los resultados no están siendo los esperados, pedir la rectificación del camino elegido.
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